Gabriel Garcia Marquez
Cien Años de Soledad
Desde que el coronel Aureliano Buendía recupera, frente al pelotón de fusilamiento, el sabor preciso de su memoria cuando conoció el hielo (haciendo visible al lector la imagen de su padre, el fundador de Macondo), hasta el significado que Aureliano Babilonia descifra en el manuscrito de Melquíades (mientras el último de la estirpe acata su destino fatídico), Cien años de soledad combina cada uno de los elementos que la componen para revelar una dimensión estremecedora del tiempo en que los acontecimientos ocurren y del tiempo en que se narran.
Ambos convergen en la plenitud sabia de este relato que avanza y retrocede de acuerdo con precisas y preciosas pautas narrativas, creando una correspondencia gozosa entre el acto de inventar y escribir, y el acto de leer e imaginar una historia, una novela, una renovada y admirable mitología.
Ambos convergen en la plenitud sabia de este relato que avanza y retrocede de acuerdo con precisas y preciosas pautas narrativas, creando una correspondencia gozosa entre el acto de inventar y escribir, y el acto de leer e imaginar una historia, una novela, una renovada y admirable mitología.
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